El Reino de Dios

Heme aquí,

Estremecido en mi semblante por la luz de tu visión que hace vibrar mi cuerpo y mi alma, y mi mente se detiene, y de gozo se desborda mi corazón.

Suenan las trompetas y retumba con mis latidos este grito de amor : soy la Voz que clama en el desierto, soy el Alfa y la Omega, soy del amanecer la Estrella, soy el Consolador, que declara y que confiesa, que está al llegar el Reino de Dios.

Salid de ella pueblo mío, repite una y otra vez, no bebais de su vino, no perdais mi amor y mi merced, porque está corrompido y embriagado de su sed, de maldad y de castigo, de fornicación y de la sangre, de los santos y testigos, que adoran a Dios con amor vibrante.

Es caída Babilonia la grande, una voz resonará, hasta los confínes del universo y a toda humanidad, porque el fiel y verdadero es venido y está al llegar, el clamor en los cielos por su gloria y majestad.

Que no os turben ni os engañen y procurad no apostasiar, sabed que el último y primero viene para gobernar, por mil años al principio y luego por siempre jamás, para gloria del Padre bendito, y único verdadero y santo, y divino y celestial.

Abandonad la idolatría, por amor a la viviente verdad, de dioses de plata y oro, de bronce, de madera, de piedra, de hierro, o de cualquier otro metal, porque están muertos y no viven, como vive el único Dios en verdad, al que pertenece toda honra y potencia, y gloria y alabanza y majestad.

Si al Reino de Dios quieres entrar solo como un niño siendo lo podrás lograr.

A ellos le pertenece el Reino dice el Señor, así que guarda su palabra y su amor en el corazón.

¡ Oh ! Dios único, verdadero, viviente y santo, te alabamos y adoramos en tu infinita majestad, con este bello y hermoso canto, ¡ Selah ! :

¡ Bendita sea tu gloria ! oh único Dios verdadero, ¡ Selah !, ¡ bendito sea el Señor !, bendito por siempre jamás, ¡ Selah !, ¡ Bendito sea tu Hijo ! oh Dios de amor sincero, ¡ Selah !, ¡ bendito seas, bendito ! por toda la eternidad, ¡ Selah !